Crítica: Braindead

Desde las profundidades del averno nos llega este fricasé de sangre y tripas, dirigida por el legendario Peter Jackson, siendo considerada como una de las películas mas sangrientas de la historia, que además cuenta con una trama bastante original, llena de humor negro y muertes por doquier.

También conocida como "Tu madre se ha comido a mi perro", "muertos de miedo" y "dead alive", es una cinta imprescindible en la colección de cualquier amante del rojo, y no solo por el exceso de chunchul, sino que la historia está bastante fuera de lo común, mezclando zombies, muerte, destrucción, comedia y una linda historia de amor vivida por los dos tórtolos protagonistas de esta película, la cual está ambientada en los años 50 en Nueva Zelanda.

El protagonista es un tímido joven llamado Lionel, que vive con su madre, una vieja sobre protectora, controladora, manipuladora y más hincha pelotas que el mismísimo chucky, capaz de hacerle la vida imposible a cualquiera.

La película parte cuando unos exploradores encuentran una especie de mono rata, llamado el mono rata de sumatra y lo venden a un zoológico de la ciudad, sin saber el peligro que esto podría causar, ya que la herida de este provoca una especie de mutación que lleva a la gente a la muerte y luego reviven transformados en hambrientos zombies come sesos, y es precisamente la madre de Lionel la primer víctima del mono rata, mientras que apoyada en la jaula del mono, espiaba a su hijo que tenía una cita con Paquita en el zoológico.

Todo esto lleva a una serie de sucesos, locuras, caos y personajes bizarros como un cura karateca, una guagua zombie y cientos de zombies con diversas personalidades que hacen de estos protagonistas de la película, además de un festín de blood en el que se ocuparon cientos de litros de sangre y kilos de carne molida.

En definitiva, si no la han visto no lo duden y corran a verla, o el mono rata hará de las suyas!